Traducción- Traducir significa llevar a cabo una labor artesanal en la que se comprometen la pasión por la palabra, el deseo de hacer buena literatura, buscando entre las distintas posibilidades del idioma las más precisas, por un lado y las más próximas por otro, a la intención del autor.
Algo sobre historia:
La traducción no es más que reproducir el contenido de un texto o de un enunciado oral, formulado en una lengua, en elementos de expresión (palabras, formas gramaticales, procedimientos sintáctico-estilísticos, etc.) propios de otra lengua.
La ciencia lingüística de la traducción es aún muy joven, tanto que todavía no tiene una denominación unánimemente aceptada. Distintos investigadores utilizan términos tales como “ciencia de la traducción”, “translatología”, “teoría de la traducción”, etc. La traducción, como forma especial de la actividad del habla, devino disciplina lingüística independiente sólo a partir de la década del cincuenta.
Un poco del etimología:
El término traducción proviene del latín traductĭo, -ōnis, «hacer pasar de un lugar a otro», y lo utilizó por primera vez Robert Estienne 1539. Leonardo Bruni había utilizado para ese sentido el verbo traducere ya en 1440. En latín clásico se solía hablar de translatio (traslación), versio (versión) o interpretatio (interpretación), aunque no queda excesivamente clara cuál sería la diferencia entre ellos. Están relacionados a su vez con los términos griegos μεταφορά (metaforá, «traslación»), μετάθεσις (metáthesis, «trasposición») y μετάφρασις (metáfrasis, «reexpresión»). La mayoría de las lenguas europeas modernas utilizan algunas de estas raíces o construcciones análogas, como el alemán übersetzen («pasar a la otra orilla»). En castellano medieval se solía emplearse el término trujamán de origen árabe, referido tanto al traductor como al intérprete.
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